miércoles, 19 de julio de 2017

"El cuento de la criada", por Margaret Atwood.

Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. 

En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.

Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.

Nolite te bastardes carborundorum
<<No dejes que los cabrones te hagan polvo>>

Creo que es justo decir, primero de todo, que mi visión de “El cuento de la criada” viene condicionada por el hecho de haber leído la novela de Margaret Atwood prácticamente al mismo tiempo que veía la adaptación televisiva creada por HBO. No hace falta, ya lo sé, que os hable del poder de la pantalla. Pero es que en mi caso, es imposible entender la novela sin tener en cuenta, por ejemplo, el impresionante trabajo que hace Elisabeth Moss metiéndose en la piel de Defred, y que a mí me ha servido para entenderla de otro modo, para sentir la novela de Atwood con una intensidad que es difícil alcanzar solamente a través de su lectura. Quizá también porque, en contra de lo que estamos acostumbrados, la serie se atreve a explorar aspectos de los personajes que no llegan a tratarse en el libro, pero lo hace, en todo momento, respetando el arco argumental propuesto por la autora para ellos. Así que sobra decir que os recomiendo ambas, novela y adaptación televisiva, y que inevitablemente aquí, en mis impresiones, se entremezclarán una y otra.

“Me gustaría creer que esto no es más que un cuento que estoy contando. Necesito creerlo. Debo creerlo. Los que pueden creer que estas historias son sólo cuentos tienen mejores posibilidades.”

Cuenta Margaret Atwood en el prólogo de “El cuento de la criada” que cuando escribió la novela, allá por 1984, tenía claro que no ocurriría nada en su mundo distópico que no hubiese ocurrido ya antes en el mundo real. Cierto es, como ella misma reconoce, que para alguien que nació en 1939 no es difícil imaginar el derrumbe de un sistema político, de una nación, en aras de un supuesto bien común. Así pues, no existe nada en Gilead que no exista en nuestro mundo. De hecho, el mayor acierto de esta historia es ese: que hoy día, más de treinta años después de su creación, la historia de Defred nos remite cada vez más al mundo en que vivimos. Porque sigue habiendo mujeres sometidas, mutiladas, violadas, violentadas de algún modo en distintos lugares del mundo. Porque la condición sexual sigue siendo motivo de muerte en algunos países. Porque la religión sigue controlando las vidas de muchos, aún en contra de su voluntad. Porque como June, Luke y Hannah, miles de familias tratan de alcanzar fronteras cargadas con sus hijos en los brazos, en busca de un lugar mejor.

“Hay más de una forma de ser libres, decía Tía Lydia. Puedes gozar de algunas libertades, pero también puedes liberarte de ciertas cosas. En los tiempos de la anarquía, se os concedían ciertas libertades. Ahora se os concede vivir libres de según qué cosas. No lo menospreciéis.”

Narrada en primera persona por la propia Defred, que aún alcanza a recordar el tiempo en que fue libre, cuando se llamaba June, antes del centro de adiestramiento, y que ahora trabaja como criada en casa de los Waterford. Allí habita despojada de toda identidad, el régimen decide qué ropa debe vestir, con quién debe hablar y qué día del mes deberá ser violada, con fines únicamente reproductivos y en presencia de la esposa, por el comandante y cabeza de familia.


Atwood construye una sociedad que nada tiene que envidiar a la que Orwell creó en “1984”, donde la mujer es sólo un recipiente que debe ser usado para la procreación, sin derechos de ningún tipo, donde se les prohíbe incluso leer. La atmósfera resulta opresiva, realmente aterradora en algunos pasajes, y cobra vida en la versión televisiva gracias a una espectacular fotografía y, de nuevo, a lo que hace Elisabeth Moss con Defred y que, me apuesto lo que sea, le valdrá un Emmy el próximo mes de septiembre.

“No quiero sentir dolor, no quiero ser una bailarina ni tener los pies en el aire y la cabeza convertida en un rectángulo de tela blanca, sin rostro. No quiero ser una muñeca colgada del Muro, no quiero ser un ángel sin alas. Quiero seguir viviendo, como sea. Cedo mi cuerpo libremente para que lo usen los demás. Pueden hacer conmigo lo que les venga en gana. Por primera vez siento el verdadero poder que ellos tienen.”

No es “El cuento de la criada” una lectura amable, en ningún sentido. Se suma a lo duro de su temática el desarrollo, deliberadamente lento, lo reflexivo en ocasiones del monólogo de Defred y la prosa, cuidada y riquísima, a veces punzante e irónica, de Margaret Atwood. Pero bien merece la pena abordarla sin prisas, degustar despacio la progresión de Defred, porque al final, hay cosas que ningún gobierno, por poderoso y despótico que sea, puede frenar. Y bajo la toca y el vestido rojo que anula la identidad de Defred, resurge una June que batalla contra sí misma, contra el miedo y el deseo, contra las ganas de pelear, que pugnan por hacerse oír en un mundo en el que la única actitud aceptable es la resignación.

 “El miedo es un estimulante poderoso. Entonces llamaba a la puerta con suavidad, como lo haría un pordiosero. Siempre temía que él se hubiera ido; o, peor aún, que no me dejara entrar, que me dijese que no quería seguir quebrantando las normas, que no quería estar con la soga al cuello por mi culpa. […] Que nunca llegase a hacer nada de eso me parecía de una benevolencia y una fortuna increíbles. Ya te he dicho que el asunto se ponía feo.”

Ya veis que a pesar del tiempo transcurrido desde su publicación original, estamos ante una novela cuyos argumentos siguen más vigentes que nunca, y quizá por eso le ha tocado volver a la palestra. Pero independientemente de los motivos, siempre es una suerte para el lector que se recuperen historias como esta, más en este caso, en el que además contamos con una adaptación televisiva mimada hasta el extremo, que ha contado incluso con el asesoramiento de la propia Atwood. Leedla. Y vedla. 

24 comentarios:

  1. Yo tengo apuntadísimo este libro y será una de mis próximas compras seguro.
    Un beso

    ResponderEliminar
  2. Como ya te comenté el otro día, he comenzado a ver la serie que han adaptado sobre esta novela. Llevo tan solo tres capítulos pero Defret ya me tiene metida en el bolsillo. Después de tu reseña he decidido apuntar la novela, aunque será más adelante porque las distopías las leo dosificadamente. Besos

    ResponderEliminar
  3. Tenía ganas de leer esta reseña; yo lo tengo apuntado pero no me decido a comprarlo, sé que es un libro duro así que estoy esperando el momento oportuno.

    Un beso

    ResponderEliminar
  4. Me la apunto pero para más adelante. Ahora mismo no puedo disfrutar de una lectura lenta, necesito de las que son fáciles de seguir y de las que atrapan al instante. Así que me la llevo para cuando tenga algo más de tiempo y pueda paladear a gusto este tipo de novelas.
    besos

    ResponderEliminar
  5. Tiene buena pinta, si cae en mis manos lo leeré.
    Besos

    ResponderEliminar
  6. Uffff! Escalofriante...
    Desconocía el libro y la serie (bueno, no soy muy de series con lo cual no es de extrañar)...
    Y sí, tienes razón... quizás el éxito de la novela se deba a que trata temas que son reales y se están viviendo ahora mismo...
    Me pregunto si el final será "esperanzador", por así decirlo...
    Anotada queda Mara!! ;)

    ResponderEliminar
  7. No sé si me gustaría... por un lado me gustan las distopías... pero por otro... no sé si este libro me llenaría... lo tengo que dejar en barbecho. Me alegro de que lo hayas disfrutado.
    Un besazo

    ResponderEliminar
  8. La leí hace algunos años, cuando salió en castellano porque me gusta mucho Margaret Atwood (es una de mis imprescindibles). Me impactó, pero tenía muy presente las palabras de la autora que tú comentas al principio de la reseña: que todo lo que ocurría en esa novela ya había sucedido en el mundo real, y por eso resulta todo más terrible. No he visto la serie, pero si nos la recomiendas igual me animo. Bss

    ResponderEliminar
  9. Este le tengo que leer sí o sí, sé que lo voy a pasar mal, pero estoy segura que de que valdrá la pena. La serie también me llama mucho, pero prefiero empezar por el libro. Si veo la adaptación a la pantalla luego me da mucha pereza leerlo.

    Besos,

    Bibiana.

    ResponderEliminar
  10. ¡Hola!
    Terminé la serie hace unos días y me encantó. Ya conocía el libro antes de la adaptación, pero nunca me llamó especialmente la atención porque dista bastante de lo que estoy acostumbrada a leer. Después de la serie, aún tengo dudas respecto al libro. No porque vaya a ser malo, de hecho estoy segura de que es una maravilla, sino por lo real que puede ser. De momento la lectura del libro está en standby, voy a terminar de asumir la serie antes de decidir si leerlo o no.
    ¡Gracias por la reseña!
    Nos leemos :)

    ResponderEliminar
  11. Ya le tengo apuntada. Me apetece mucho léerla.

    ResponderEliminar
  12. Me parece una historia tan durísima que me dan ganas de llorar hasta la reseña y lo que cuentas de ella. Esa opresión y deshumanización que le hacen a las mujeres me parece insoportable. Como dices, no hay nada amable en esta historia pero tiene cosas que merecen la pena el esfuerzo. Me gustaría juntar fuerzas tanto para el libro como para la serie.
    De esta autora he leído Doña Oráculo, me lo pasé genial con su humor sarcástico y los personajes.
    Besos

    ResponderEliminar
  13. Tengo muchas ganas de esta novela, y después de leerte mucho más. Me falta hacerme con ella.
    Unbeso ;)

    ResponderEliminar
  14. No es para nada mi género pero creo que tendré que hacer una excepción porque me gusta mucho el mensaje que lanza, lo triste de todo esto es que es una situación que en determinados lugares aún continúa. La leeré y la veré seguro ;)

    Besitos

    ResponderEliminar
  15. Me gustó, pero ni de lejos me entusiasmó tanto como ahora nos parecen decir en todas partes, la verdad
    Besos

    ResponderEliminar
  16. Pues la voy a leer pronto, así que ta te contaré. Magnífica reseña.
    Un beso

    ResponderEliminar
  17. Pues tomo nota de tu recomendación. Aunque con la serie dudo que me anime.
    Besos.

    ResponderEliminar
  18. Tengo tanto el libro en la estantería como la serie a buen recaudo en el ordenador porque quiero hacer lo mismo que tú, simultanearlas. Estoy a la espera de sacar el momento, que no creo que pueda ser hasta después de verano. Pero ganas hay muchas. Y después de leerte, muchas más.

    ¡Besote!

    ResponderEliminar
  19. Sí, sí, es un imprescindible, pero de momento creo que dejaré que pase un poco el boom, en ambos casos (libro y serie). Un besote!

    ResponderEliminar
  20. Vi el primer capítulo de la serie y comencé la novela. Te digo que no he continuado con ninguna de las dos. Tantos libro como adaptación me parecen buenas (hasta donde he llegado) pero muy muy lentas, y estoy en una época tan apática que necesito cosas que me enganchen.

    Lo retomaré después del verano seguro.

    Un beso

    ResponderEliminar
  21. Reconozco que soy muy selectivo a la hora de leer novelas distópicas: por eso no me prodigo mucho en este género. Esta novela que reseñas, sin embargo, me atrae por lo que nos cuentas en tus impresiones sobre ella. Tomo buena nota. Besos.

    ResponderEliminar
  22. Hola! Vimos el anuncio de la serie en HBO y las buenas críticas que está teniendo y estamos deseando tener un momento en vacaciones para verla del tirón. El libro tiene muy buena pinta también y estamos en duda si leer primero y ver después la serie o al revés.
    Un beso
    Marta y Laura

    ResponderEliminar
  23. ¡Hola! Yo estoy ahora con la serie y me tiene enganchadita. Me encantan este tipo de argumentos distópicos y como tú dices, la actriz está que se sale
    El libro no creo que lo lea, suelo más bien hacer al contrario (primero libro, luego peli), pero estoy convencida de que merece mucho la pena
    Besos

    ResponderEliminar
  24. Acabo de terminar de leer el libro. Uf, sigo teniendo un nudo en el estómago. Como indicas, no hay nada que no haya pasado, no hay nada que no pueda volver a pasar y lo preocupante es que tantos podriamos verlo razonable. Me ha recordado a "Nunca me abandones" de Kazuo Ishiguro, no es que se parezcan mucho pero se pueden encontrar paralelismos en el fondo. Gracias mil. Un beso.

    ResponderEliminar